Babosa, la gigantesca, grotesca, inmensa Señora Babosa no podía más con su cuerpo. Necesitaba salir del agua o moriría ahogada, ya no le quedaban fuerzas para mantenerse a flote. Tampoco podía usar su habitual camino de salida ya que sus débiles bracitos habían quedado casi inertes por el sobrehumano esfuerzo. Pensó rápido, visualizó un sistema de salida, habitualmente utilizado por los seres más torpes y lentos del charco. Se deslizó lentamente atravesando por el camino más corto, el cual interrumpía, sin lugar a dudas, el trayecto de los demás bichos acuáticos. Gracias a Dios aún tenía esa pizca de energía necesaria para ayudarse de los asideros y empujar su mole hasta el objetivo Uno.
Objetivo Uno.
Se aferró fuertemente con ambos miembros superiores, la gran sensación de paz y triunfo que invadió a nuestro repelente y amorfo invertebrado solo es comparable al placer de pacer al sol. Lenta y segura Señora Babosa alcanzó tierra. Sus débiles y chiquititos miembros inferiores cargaron con toda la gravedad multiplicada por esa masa incalculable. Se sostenía, ya no por un hilo de cristal, aquello era arte de magia.
Objetivo Dos.